Racismo y estrés

El estrés aparece cuando vemos o anticipamos nuestros objetivos negados o puestos en riesgo. Nuestros objetivos pueden ir desde comer un helado a vivir sin miedo a la violencia. Únicamente nos estresamos por cosas que afectan a nuestra persona o a nuestra comunidad, aquello que no es importante para nosotros no va a generarnos estres. Aquí entran en juego el sentimiento de comunidad y por supuesto la empatía: hay gente a quien no le importa que otros sufran, sobre todo porque profundamente cree que quien es diferente no merece tener sus mismos derechos,

El discurso típico de “yo no soy racista pero..” empieza negando que el racismo afecte a quien habla o a su comunidad, eso significa que el racismo no le puede generar estrés y por tanto no es un verdadero problema, el hecho de que lo sea para otros sólamente sirve para reducir su importancia. En otras palabras el subtexto de aquella frase es: “el racismo no me afecta, para mi comunidad no es un problema, los problemas de otras comunidades no me importan”. Es una frase que solo puede venir de una persona sin empatía que cree ser mejor, diferente y con más derechos que otros.

La blanquitud colonialista construye su comunidad sobre la negación de la humanidad de el resto del mundo, y lo hace de varias formas, la más sutil es la ignorancia: solo quien se cree autosuficiente puede ignorar que pertenece a una comunidad. Los blancos euroyankis pertenecemos a la comunidad humana, pero lo ignoramos, ignoramos a las personas del sur global, ignoramos sus necesidades, sus luchas y su historia. Gracias a esta ignorancia nuestro sistema de capitalismo extractivista puede sobrevivir, porque no podríamos seguir siendo «el primer mundo» si pagásemos un precio justo por el trabajo y las materias primas y procesadas que extraemos de los países colonizados.

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